Desde este bello enclave podemos contemplar el infinito mar y tendremos la oportunidad de contemplar espléndidas puestas de sol. Veremos los más agrestes acantilados, de los más impresionantes de nuestra costa asturiana, con una caída vertical de casi 100 metros.
Por una senda muy estrecha que rodea al faro llegamos a la parte posterior para contemplar la colonia de gaviotas y cormoranes anidados sobre la roca llamada “el horrión del cabo” y como rompen las olas en las playas de Gradas y Peña Doria.
Se puede disfrutar de un pequeño paseo por el borde de los acantilados hasta sentarse en un banco sobre el mar en el mirador del Sablón, allí el tiempo no pasa.